viernes, 1 de mayo de 2015

DIA DEL TRABAJO Y PERONISMO

La historia argentina moderna se desenvuelve alrededor de los trabajadores. 

Todas las reivindicaciones y los abusos que se cometieron tuvieron como eje mejorar la calidad de vida de los trabajadores o postergarla y, junto con ellos, a la clase que ellos encabezan. 

La cultura capitalista que es esta forma de dominación, queda arraigada en el inconsciente general como algo natural, como lo que debe ser. Arturo Jauretche desenmascara esta maniobra y, junto con los grandes pensadores nacionales y populares, pone blanco sobre negro: la inteligencia versus la intelligentzia. 



La percepción del Pueblo con su humildad y simpleza, ese Pueblo de trabajadores, versus la modificación de la percepción de la clase ilustrada, formada con programas de estudios que convencen que lo natural es lo que impone la cultura de la dominación. No vamos a juzgar la voluntad en los que son así formados. En esa formación son transformados en necios en la observación de la realidad y en insensibles en la percepción del sentir popular. Son formados para someter a los trabajadores, siendo muchos de ellos también trabajadores que reniegan de su condición. 

Pero desde la época del fraude, donde los trabajadores eran privados de su posibilidad de elegir y ser elegidos, donde la dominación imperial era abierta, hasta la nueva forma de dominación que explicamos arriba, los trabajadores son los sujetos a someter. La lucha por los derechos y la dignidad de los Trabajadores se ha teñido con sangre, avalada por excusas que se hicieron un ejercicio para justificar los acontecimientos. 

La Patagonia Rebelde, que comenzó por el pedido de los peones rurales para obtener un pan de jabón y un paquete de velas, fue interpretada por la oligarquía como un desafío a su poder: no era lo económico; lo que se jugaba era quien mandaba y cómo lo hacia. Y la oligarquía nunca aceptó (ni acepta) otro tipo de relación con los trabajadores que no sea la esclavitud. 

Desde los estancieros ingleses apoyados por la oligarquía nativa y cipaya (ese termino que Jauretche adapta para definir a los que sirven a los poderes económicos extranjeros) hasta, por ejemplo, la esposa de un Alcalde a través de la contratación de talleres clandestinos con trabajadores sumidos en condiciones de esclavitud, la oligarquía y el imperio toman como natural este tipo de relaciones. 

Para ejemplo de que esto es histórico, basta con recordar la frase del vicepresidente Roca (firmante del pacto Roca-Runciman) cuando definió en 1933 que “por su influencia económica, la Argentina se parece a un gran dominio británico”. Este era el pensamiento naturalizado de quienes componían la clase de “la manteca al techo”. 

Todo dominio económico viene con una sojuzgamiento de aquellos que deben ser sometidos: la década infame y las dictaduras que desde entonces interrumpían la democracia argentina tenían ese objetivo. Y en toda dictadura hay componentes militares, civiles, intelectuales, eclesiásticos y sobre todo, componentes económicos. La dominación económica tiene como objetivo la acumulación de riqueza. Y en un sistema capitalista, la acumulación del sector dominante en esos contextos se da con la disminución de la parte que le corresponde al sector que aporta el trabajo. Y la disminución de la parte del trabajo se da de dos maneras: o disminuyendo el salario o disminuyendo el trabajo. 

El peronismo es el enemigo natural de la oligarquía. Simplemente porque reivindica el rol de los trabajadores. Luego de las aberraciones de las dictaduras, tanto las tradicionales como las de mercado (por ejemplo la que se dio entre 1989 y 2003), el peronismo surge con fuerza como reivindicador de los derechos y la dignidad de los trabajadores. 

En 1945, el nivel de la desocupación era altísimo: más de 800000 trabajadores desocupados y una industria nacional inexistente, con trabajadores sin derechos. Con trabajadores sometidos. En este sentido Perón da una definición categórica: Para el Peronismo hay una sola clase de hombres: los que trabajan”. 

Basado en las encíclicas Rerum Novarum y Quadragesimo Anno, pilares de la Doctrina Social de la Iglesia, Perón arma su doctrina. Esa doctrina que en el sentir del Pueblo se llamo Peronismo y que tuvo como herramienta electoral al Justicialismo. Y acorde a su origen, el Peronismo comienza por reivindicar a los trabajadores. Desde la realidad imperante, esa que es la única verdad, hasta el objetivo del “fifty-fifty”, con la redistribución del ingreso. Esto no era solamente una cuestión económica: la reivindicación era tan simple como la obtención de la equidad y la igualdad. La libertad se da en contexto de igualdad. Y es por eso que no existe una sin la otra. Pero la igualdad para todos, choca de frente con la igualdad de pocos que es el sometimiento de muchos, que era el concepto de la clase dominante. La igualdad no pasa solamente por el derecho a votar. La igualdad se supera con la equidad. Y el Peronismo representa entonces una visión superadora de la igualdad. Representa la equidad. 

Los tiempos políticos en democracia deben ser ratificados periódicamente, mientras que el poder económico tiene plazos mucho más largos. Por eso, seduciendo a oligarcas monetarios y cipayos culturales, avanzan sobre los derechos generando golpes de estados. Golpes militares antes. Golpes mediáticos ahora. Generan descontento desde los medios. Y seducen a la clase burguesa con promesas de entrada al paraíso de la oligarquía que nunca son cumplidas. Y se avanzan sobre los derechos de los trabajadores y sobre sus conquistas. 

En el año 2003 la situación no era diferente: la desocupación más alta de la historia argentina, la exclusión como moneda corriente, y un gobierno que asume con un sello distintivo. Sello Peronista. Y la historia se dio vuelta. Porque Nestor Kirchner comenzó la reivindicación del Pueblo, evitó el olvido, comenzó a juzgar genocidas miitares serviles al imperio, indultados por otro siervo del imperio. Comenzó a juzgar a genocidas civiles. Y entendió que los golpes habían cambiado de forma: antes venían con armas y ahora con tinta. La reivindicación de los trabajadores se hizo realidad: se reabrieron las paritarias, se crearon millones de empleos y la equidad comienza a vislumbrarse nuevamente. 

Por eso, desde mi condición, puedo decir sin hipocresías FELIZ DIA a todos los trabajadores. Porque nuestra doctrina no tienen dobleces. Nuestro objetivo es la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Patria. Y eso solo es posible con nuestra columna vertebral: LOS TRABAJADORES.