La crisis griega y el problema migratorio es solamente el anticipo de una concepción del poder que se genera desde el Capitalismo más salvaje, que pretende establecer el Colonialismo nuevamente como factor predominante.
Sabido es quela Unión Europea está en crisis.
No solamente por el colapso financiero sino, además, porque el Euro atenta
contra muchas de las economías nacionales al dejarlas atadas sin posibilidad de
efectuar políticas monetarias con autonomía.
Sabido es que
Ahora, a la falta de decisión y soberanía
sobre su moneda, los países exportan su problema como históricamente lo han
realizado. La variable de ajuste para que sus delicados equilibrios económicos
se mantuviesen fue, a lo largo del tiempo, el sometimiento en el concierto de
las naciones, aplicando recetas liberales a los países en vías de desarrollo
por un lado y, a su vez, volcando medidas proteccionistas tranqueras adentro de
sus países.
Esta conducta, practicada incontables veces a
lo largo de la historia era posible cuando el poder económico de los miembros
de la Unión Europea
sometía mediante su Producto Bruto Nacional a los países de Sudamérica, que
veían como sus riquezas y productos primarias partían hacia el antiguo
continente para ser manufacturados y luego nuevamente ingresados para que, con
el valor agregado que dignifica la vida de los trabajadores, sean consumidos y
exportados a todo el mundo, inclusive a aquellos que dieron sus productos.
Decir en este momento que esa realidad se
mantiene es una falsedad absoluta. Forma parte de esa “Argentina virtual” de la
que nos habla la
Presidenta. La globalización no es un fenómeno nuevo de los
medios de comunicaciones: la economía se globalizó mucho antes, con la
penetración de multinacionales que generaban y generan sus riquezas sin
respetar banderas. Sobre todo porque en su momento, las soberanías económicas
de los países estaban quebradas por ser manejadas por miembros de estos mismo grupos
multinacionales.
No necesitamos ir mucho tiempo atrás: los
noventa son una muestra cabal de lo que enunciamos. Los ministros de economía
de esa década tristemente celebre por no poner la economía al servicio de los
pueblos eran impuestos por las multinacionales.
Tampoco tenemos que remontarnos muchos años para saber como la sangría de los Pueblos estalla en el seno de la UE: Grecia es un claro ejemplo de esto.
La generación de Mercados Comunes también
sigue la moda de la globalización: la Unión
Europea comenzó a gestarse en 1957 por seis países, siendo en
su origen una asociación comercial. No fue sino hasta 1992 cuando esa
asociación comercial se consolida como Unión Europea. Ese origen comercial es
común a la mayoría de los bloques multinacionales regionales del mundo.
El Mercosur, por lo tanto, surge como una
asociación comercial enunciada en 1985, pero con un alcance mayor: la
unificación de los dos países más grandes de Sudamérica para su integración
económica y, a su vez, para generar una fortaleza política que permita
sustentarse frente a los embates que sufrían sus jóvenes democracias. La
incorporación luego de Paraguay y Uruguay dieron su conformación original, con
un arduo trabajo por delante: la consolidación de la región como un polo de
desarrollo comercial y económico para negociar conjuntamente.
Y la relación con la Unión Europea desde el origen
del Mercosur estuvo signada por una activa demanda de los países Europeos y con
una alianza estratégica con los organismos de crédito internacionales. Esa
alianza no solamente permitía hacer importantes negocios con los mayores
beneficios para los europeos sino que, además, sometía la soberanía económica
de los países integrantes del Mercosur con sus demandas a las que los
gobiernos, mansamente, aceptaban.
Pero en la economía los ciclos son
simplemente eso: ciclos. Y por lo tanto la fluctuación de innumerables
variables hace que la realidad sea compleja y que se modifiquen. Si a eso le
sumamos una preponderancia sobre el poder económico del poder político en los
países de la región, era previsible que la lógica dada hasta ese momento se
rompa.
El comercio con la Unión Europea está en este
momento en una etapa de negociaciones que no deben asustar pero tampoco pueden
dejarse de tener en cuenta. El reclamo de los países integrantes de la UE hacia el Mercosur pone su
eje en la Argentina
como el principal obstáculo para su desarrollo. La pregunta es ¿era previsible
esta reacción? Por supuesto que sí, pues forma parte de las negociaciones y de
la presión política. Lo que aún no se han dado cuenta en el viejo continente es
que no solamente el Mercosur, sino que la Argentina en particular se han desarrollado comercialmente
en su vínculo con las mismas políticas que ellos aplicaban y ahora aborrecen.
La defensa de nuestra industria es motivo de queja por parte de la UE.
La crisis financiera les da un mandato
imperativo: deben exportar su problema a los países de nuestra región y de
otras para evitar sufrir las consecuencias de sus acciones.
Pero
veamos algunos conceptos para ilustrar lo hasta acá dicho:
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Si
tomamos como base el año 1994, los países del Mercosur crecieron a un ritmo del
2,2% anual, siendo los últimos años los de la recuperación económica. Es en
este segmento temporal (a partir del 2003), donde se supera el promedio anual
en la región del 5%. La incorporación de Venezuela también es un acontecimiento
de importancia. Sin embargo, en esta tendencia se debe destacar el de la Argentina con
crecimientos de su economía de entre 8 y 9 puntos en forma consecutiva y con
tendencia similar hacia el futuro. Esta recuperación de los países de la región
generan una balanza comercial con tendencia favorable para el Mercosur. Los productos primarios y la
industrialización generan una sustitución de importaciones que tiene como
principal perjudicado a la UE. Pero a
su vez, la crisis financiera de la
UE necesita de los comodities del Mercosur sin poder
suplantarlos.
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El
foco del conflicto esta dado ahora porque, según la UE , las medidas proteccionistas
de la Argentina ,
sobre todo en el sector automotor, perjudica notablemente el comercio y
amenazan con efectuar una denuncia frente a la
OMC. Las medidas proteccionistas que se
imponen en nuestro país son las que hacen que las producciones de las
automotrices locales sean récord año tras año, estimándose una producción
record nuevamente en el 2011 de cerca de ochocientos mil vehículos.
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Otro
de los productos que son objeto del reclamo son los agropecuarios: de liberarse
el comercio entre los bloques, los sectores agropecuarios europeos estarían en
serios problemas. Lo que a primera vista es una realidad simple, es más bien
compleja: la crisis financiera y económica de los miembros de la UE llevan a la tendencia de la
importación de comodities aún a costa de sus productores. Y aquí surgen las
contradicciones, pues por un lado exigen que nosotros levantemos las medidas
proteccionistas y por el otro tratan de proteger sus productos primarios.
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Mientras
los países de la UE
viene sufriendo una disminución de su PBI producto de la crisis, los reclamos
sociales aumentan y la presión de sus productores obliga a los reclamos.
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En
números podemos notar, acorde al gráfico expuesto que la relación sufre un
cambio de tendencia en el año 2001 y las importaciones argentinas desde la UE disminuyen pero no por una
correcta política, sino por la crisis que en ese año y durante el 2002 y
principios del 2003 se generó en nuestro país. Las exportaciones en ese momento
fueron estimuladas por la devaluación efectuada en el 2002, que provocó una
extraordinaria caída del consumo interno y la revancha para muchos exportadores
que, luego del 1 a
1 salieron a colocar sus productos.
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La
recuperación a partir de mayo del 2003 tiene características distintas: se
basan en el crecimiento del consumo interno, en una mayor actividad económica y
por lo tanto en una revitalización del comercio. El pico se produce en el año
2008, y tiene un retroceso en valores absolutos, pero manteniendo la diferencia
comercial, producto de la crisis en los países de Europa.
Toda diferencia de estas características se soluciona
con la negociación y la evaluación correcta de las necesidades de los pueblos.
En nuestro caso en particular, y en la región en general, el cambio de premisa
privilegiando el bienestar popular, genera inquietud en los países que
tradicionalmente impusieron sus condiciones.