jueves, 16 de abril de 2015

DE NOBELES Y XENOFOBIAS

La amenaza abierta del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela puede inscribirse como la más seria de toda la historia común. La declaración por parte de Barack Obama determinando que “la situación en Venezuela es una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidense” es una amenaza abierta. El enclave venezolano, su poderío energético y sus relaciones exteriores son el verdadero motivo por el que Estados Unidos pretende una intervención en la zona. Veremos si es militar. Por ahora, la intervención es una realidad mediante el ataque furioso de los medios de comunicación hacia el gobierno de Nicolás Maduro. Una receta que están aplicando en toda la región. El descrédito de las instituciones democráticas en los países de la Unasur, descrédito fabricado con la intención de debilitar los gobiernos, es fogoneado permanentemente desde los medios de comunicación y, repitiendo recetas, apelan al Poder Judicial para debilitar los otros poderes de los Estados. Dilma en Brasil, Bachelet en Chile, Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia son réplicas de lo que sucede en Argentina. Y esto no es casualidad: la contemporaneidad de los hechos responde a una trama internacional manejada desde Estados Unidos. La amenaza abierta y descarada de Obama acerca de la supuesta amenaza que implica Venezuela revela rastros xenófobos. Expresa profundas contradicciones donde está sostenido el “sueño americano” y la doble moral para el resto de los países. Una doble moral que, para el caso del pueblo estadounidense, es simplemente SU moral. El premio Nobel de la Paz Barack Obama, que según El Comité Noruego del Nobel alabó a Obama por “sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos” definió un nuevo concepto de Paz: la Paz es la que determina el poderoso en virtud de su poder de Imperio. La Paz dejó de ser el concepto abstracto donde la falta de violencia es la premisa, sino que paso a ser un concepto donde la Paz existe en tanto y en cuanto la defina el Poderoso y debe mantenerse aún a costa de aplicar medidas violentas. Pero esto es solamente una parte. La otra está en un concepto xenófobo que tiene el pueblo norteamericano sobre el resto de los pueblos del mundo. Aún sin enunciarla, la postura de supremacía ciudadana y étnica de lo “norteamericano” se evidencia a lo largo de su historia. Y se pone una vez más de manifiesto frente a un Pueblo, el Pueblo de la Patria Grande, por privilegiar a otros países para mantener estrechas relaciones diplomáticas antes que a los Estados Unidos de Norteamérica. La historia revela que todo lo que para Estados Unidos es desagradable o inconveniente, es tildado de amenaza y, con la excusa de defenderse, ataca. Y estos ataques siempre tuvieron la misma impronta: sanciones comerciales, amenazas verbales y luego la acción directa. La supremacía que ellos manifiestan con los hechos históricos vuelve a revelarse. Nosotros somos una amenaza para los Estados Unidos y, además, somos un bloque rico. Rico en historia, rico en vida y participación política, rico en iniciativas y, por sobre todas las cosas para el Imperio, rico en recursos naturales. La forma en que Estados Unidos maneja el precio del petróleo con la intención de amedrentar a Venezuela es descarada. Ya lo hizo en la crisis del Petróleo en los 70. Ahora pisa el precio del crudo y ahoga financieramente a países como Venezuela, donde el principal componente de su PBI es el petróleo. No es la primera vez que lo hace. Pero frente a la resistencia heroica del Pueblo Venezolano, genera asonadas internas que también fracasan. Una y otra vez. El camino conduce a una amenaza abierta por parte de un Premio Nobel mal dado, representante de un pueblo xenófobo en su mayoría. Y está xenofobia no solamente es fronteras afuera: los ciudadanos norteamericanos se diferencian según su origen. Y de ahí que tenemos ciudadanos de primera y de segunda. Los esfuerzos de Obama por sancionar la nueva ley de migraciones colisionan con los otros poderes del estado, en una maniobra que, si no fuera tan evidente, en un país de ciegos podría ser considerada como astuta. Obama sabía que no iba a prosperar. Porque se da de bruces contra la esencia del norteamericano blanco promedio. Y él, que es un presidente no blanco, se convierte en el más funcional a la supremacía norteamericana simplemente porque él es estadounidense. Podrán amenazar a los gobiernos de la región. Lo que no tienen en cuenta es que los gobiernos de la Región devolvieron la dignidad a sus Pueblos y lo están constituyendo en unos solo: el Pueblo de la Patria Grande. Y la movilización política de estos pueblos no puede ser derrotada mediante las acciones directas de quienes nos quieren imponer una supremacía que no existe. Porque nosotros, los miembros de los Pueblos del continente hoy estamos apoyando al pueblo Venezolano. Ese pueblo que recuperó su protagonismo con Hugo Chávez, que le dio a la mayoría la vigencia de los derechos que una minoría (con rasgos de supremacía también) le negó durante décadas. Y eso mismo sucede en el resto de los países de la Región. Los Pueblos se han reivindicado, se han informado, movilizado, educado, militado. Están construyendo su futuro en forma permanente. Y desde ese lugar es donde podemos afirmar que no existen las supremacías ni los falsos nobeles. Solamente existe una entidad superior: la entidad de PUEBLO.