jueves, 16 de abril de 2015

JAURETCHE

En las extensas charlas e investigaciones que hicimos con mi amiga que ya no está, Judit Forstmann, elaboramos un trabajo sobre don Arturo Jauretche y creo que hoy es el momento de poder subir un resumen. En el día del Pensamiento Nacional, va este humilde aporte que hicimos con una grande. JAURETCHE EN LA CULTURA NACIONAL El siglo XX nos permitió ser como argentinos; existir a pesar de todo. Porque hubo pensadores como Manuel Ugarte, Arturo Jauretche, José Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz y Fermín Chavez por nombra sólo a algunos, que se propusieron y lograron poner cuerpo, alma y pensamiento en plena ebullición frente una Argentina conservadora, terrateniente y voraz, a la hora de priorizar los derechos del pueblo, la defensa de lo nacional, la concepción de la cultura como un bien indelegable y el permanente compromiso con un pensamiento argentino contemporáneo Como contrapartida a estos autores, muchos de ellos desconocidos aun para los mas lectores entre nosotros aparecen Mitre, Vicente Fidel López, Ricardo Levenne, Ibáñez y mas recientemente con muy buena prensa Félix Luna y José L. García Hamilton, que nos tratan de mostrar otra Argentina . Son unos y otros representantes de la cultura nacional o del liberalismo importado. La corriente liberal, llevada adelante generalmente por los victoriosos de la Argentina, que poco a poco han logrado cubrir con un manto de olvido las reacciones y sentires de la cultura natural del país, tienen características que mas allá de los apasionamientos que podamos poner en el tema, vemos claramente en muchos de los referentes políticos actuales pero también en muchas actitudes cotidianas de quienes formamos el pueblo que habita nuestra tierra. Esta corriente de cultura liberal es filosóficamente iluminista, racionalista, positivista y materialista; socialmente es individualista y propende a una conformación biclasista, es decir, donde la clase media tiende a desaparecer dejando solo a los ricos y a los pobres. A nivel religioso se caracteriza por ser laica y políticamente se caracteriza por ser oligárquica, plutocrática, unitaria y centralista. Para terminar de conceptualizar esta corriente liberal faltaría decir que es económicamente dependiente, pro imperialista y anti industrial, de educación enciclopedísta y centrada como decía Miguel Angel Scenna, de características centrípetas y centrada en el pivote porteño. Es una corriente cultural que desestima lo nacional y lo continental y mira todo desde su visión aporteñada, mas allá del lugar donde habiten sus representantes, seguidores e impulsores. Desde el propio nacimiento de nuestra patria se contrapone el pensamiento cultural independista que es filosóficamente historicista e indoamericanista, socialmente comunitario y uniclasista, religiosamente creyente con un fuerte basamento en la doctrina cristiana y que impulsa la democracia con plena participación popular y con sentido federal y soberano. Esta corriente nacional culturalmente criolla ,pero que no desdeña lo continental ni lo universal , es integradora no solo con el continente sino también hacia adentro y cada vez que ha tenido el poder en la Argentina impulsó una economía independiente generando políticas de protección industrial y de inclusión social. Obviamente a quienes pretenden la dominación de los pueblos, esta corriente nacional les molesta sobremanera y por eso sus impulsores son siempre etiquetados como "ultranacionalistas", cuando no se los tilda de "caudillos autoritarios" o simplemente de "bárbaros". Son intentos de desacreditar lo nacional desde las esferas del poder ilustrado que no es lo mismo que cuando dijimos al principio que hablar de poder de la cultura nacional y popular. La quiebra de los hábitos impuestos por la colonización mental de la República liberal y mercantil, aparece estrechamente ligada a la praxis y a la experiencia política. Son muchas las formas que tendríamos para ejemplificar la dominación cultural a la que pretenden someternos y la fuerza de la identidad nacional que ha hecho y hace que esta dominación no se haya completado desde el propio nacimiento de nuestra patria hasta el presente, a pesar de las modernas estrategias, sobre todo transculturales aplicadas por el neocolonialismo. Todos sabemos que sin soberanía cultural no hay soberanía de ninguna naturaleza o, como dijera Perón, el naufragio de la cultura de un pueblo equivale a la perdida del propio ser nacional. Tenemos ejemplos en la historia del mundo en que las fronteras geográficas de algunos pueblos fueron arrasadas por el invasor, vulneradas incluso por fuerzas de ocupación, pero que mantuvieron sus fronteras espirituales, morales, culturales y que por lo tanto mantuvieron su esencia de nación. Por otra parte esta dicotomía entre sentirnos y evaluarnos " desde afuera" o sentirnos y evaluarnos "desde acá" esta plasmada en dos constituciones nacionales, la de 1853 y la de 1949. Son muchas las dicotomías que el paso de la historia y el transcurso de los años nos permiten ver con mas objetividad, por ejemplo en la esfera política de la cultura, "federales y unitarios", "radicales personalistas y ante personalistas", "peronistas y antiperonistas". Como dice Gustavo Cangiano: “volver a Jauretche debe significar mucho mas que un periódico recordatorio de viejos momentos de gloria. Volver a Jauretche significa sacarlo del mausoleo y llevarlo a la trinchera. Es donde transcurre la vida donde debe estar Jauretche porque su pensamiento esta tan vivo como a realidad de un país que aun no es dueño de si mismo y que debe luchar por pertenecerse. Es que la mejor forma de dominar a los pueblos, si dejamos de lado guerra y masacres genocidas, es la dominación a través de la economía y el ocultamiento o destrucción de su cultura nacional y popular. En general, analizando los procesos de dominio de las grandes potencias sobre los pueblos dependientes.....vemos que se dio primero el cercenamiento de la cultura local, para lograr luego el dominio económico. Esta larva de la entrega y el sometimiento estuvo presente ya en los albores de la patria, en la dicotomía “civilización o barbarie”. Y nuestros gobernantes, salvo honrosas excepciones, provinieron de esa argentina liberal, y generaron nuevas desnaturalizaciones y dependencias. Desde hace un tiempo, por no decir desde su origen, los medios de comunicación masiva siguieron los pasos de las empresas que el liberalismo privatizó, es decir, se transnacionalizaron. Así, desde hace años los micrófonos son extranjeros y vemos que tras períodos democráticos, seguidos de la etapa de crisis de representatividad a nivel nacional, la ley de radiodifusión que se había mantenido vigente era en esencia la que firmó Videla hace 20 años que no se caracterizaba precisamente por representar a un gobierno nacional y popular. Solamente los seguidores de don Arturo pudimos pensar la nueva Ley de Medios Audiovisuales que rompe la hegemonía liberal llevando voces a lo popular. Por lo tanto vemos como los multimedios oligárquicos generan verdaderas campañas de destrucción de todo lo que implique defensa de los intereses de la Patria. Frente a eso, llevar adelante la democratización de la información es la defensa que contrapesa y lleva el armado, sanamente y desinteresadamente, de la trama social necesaria para repotenciar a nuestro país y que volvamos a ser una comunidad organizada sin exclusiones. La cultura no es un fin en sí misma sino el medio creado por el hombre en comunidad para entablar con voz propia su diálogo con el Universo, esta definición amplia de cultura nos permite encuadrar la actividad humana dentro de las siguientes esferas: a) la vida cotidiana; porque toda cultura implica una manera de hacer en el mundo, un estar instalado en un suelo existencial que, para el paisano es “el pago” y para el hombre de la ciudad “el barrio” y allí se satisfacen las necesidades espirituales y materiales fundamentales. b) la participación social; porque surge de la creatividad inminente del pueblo, es creación colectiva y anónima. c) la identidad cultural; porque en la transmisión generacional y en la memoria colectiva están presentes los principios esenciales y permanentes que cada generación debe actualizar históricamente en los marcos de la tradición y de la evolución necesaria. Tradición significa entrega: entregar un legado cultural que se re-crea a partir de las estrategias debidas y los símbolos originarios de la comunidad y aquí está la clave de la identidad básica de los pueblos. Indudablemente esta creación cultural debe estar apoyada por un proyecto nacional decidido a romper con el sojuzgamiento y que promueva un proceso de integración también planificado, centrado en el diálogo regional en donde cada parte, cada región del país mantenga y exprese su identidad, su “tonada cultural” en función del conjunto de la Nación. Y esto significa abandonar toda imposición unilateral, todo centralismo, incluido el porteño. En resumen, la búsqueda de la identidad como proyecto cultural y por ende nacional es en definitiva el desafío de la libertad organizada, tomando como eje de nuestro análisis, nuestra propia forma de ver y sentir a nuestro pago chico, a nuestro país, a nuestra región y por lo tanto a nuestro Planeta. Decía Perón el 11 de noviembre de 1953, en la Escuela Nacional de Guerra: “Es indudable que nuestro Continente es la zona del mundo donde todavía en razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva, está la mayor reserva de materia prima y alimentos del mundo. Esto nos indicaría que el porvenir es nuestro y que en la futura lucha nosotros marchamos con una extraordinaria ventaja a las demás zonas del mundo...Pero...nosotros estamos amenazados a que un día los países superpoblados y superindustrializados ... que tienen un gran poder... jueguen ese poder para despojarnos de los elementos de que nosotros disponemos en demasía en relación a nuestra población y a nuestras necesidades “. También en esa alocución decía que el año 2000 nos iba a sorprender unidos o dominados, y no se equivocaba, como no se equivocó cuando dijo:” los argentinos tenemos una larga experiencia en esto de importar ideología, ya sea en forma total o parcial. Es contra esta actitud que ha debido enfrentarse permanentemente nuestra conciencia”. Y en ese 2000 no solo Argentina sino toda América Latina se debatió en economías quebrantadas y sus pueblos estaban hartos de la exclusión y la injusticia social, y es en el volver a las fuentes, en el entender que la utopía neoliberal que pareció hacer florecer a algunos sectores fue simplemente un proyecto de mayor dependencia y preparador del terreno para que seamos parte del ALCA a partir del 2005, y donde Nestor Kirchner supo pararse para generar junto a otros grandes el ALBA. Era la reedición de “liberación o dependencia”, y mientras los gobiernos “cipayos” (para utilizar una de las palabras preferidas de Don Arturo Jauretche) elegían la segunda, nosotros elegimos la liberación para volver a encontrar el rumbo como país. Jauretche nos hubiera avisado de que esto de la globalización obligada en desigualdad de condiciones es una de las nuevas zonceras. El peor enemigo de los imperialismos contemporáneos estará en la nueva identidad latinoamericana que, asentándose en el revisionismo histórico y teniendo en cuenta la religión, el idioma, las instituciones autóctonas y el destino geopolítico tarde o temprano logrará impedir que nos sigan imponiendo el rol a cumplir. Jauretche decía que quería mejorar la suerte de sus paisanos e indudablemente esto se puede traducir como llevar adelante un proceso de liberación nacional en países dependientes como el nuestro y lo otro que tenía claro Jauretche y que lo hizo pasar por el conservadorismo, radicalismo, FORJA y el peronismo, es que el proceso de liberación nacional no se da sin el protagonismo popular.

 Judit Forstmann y Gabriel Monzón (extracto)